- “¿Por qué no
te callas?”- espetaron las trompas al timbal al comienzo de la sinfonía. La
sordera incipiente de Beethoven hacía que no soportara ya esos martilleantes
sonidos y prefiriera en cambio bucólicas sonoridades.
- “Las trompas,
¡adoro las trompas!” - gritaba el compositor mientras paseaba por el bosque
escuchando su Pastoral. Y es que el timbal
seguía todavía presente en su mente, como si de la muerte en persona se tratase.
Relato homenaje
a Beethoven
Héctor Manuel
Asensio. 20 de febrero de 2013
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